lunes, 9 de mayo de 2011

La noche prefiere a los hombres alados


Un hombre alado prefiere la noche.

Gustavo Cerati

El ladrido o el silencio que arranca el nombre a la noche

El patio atravesado por un dolor de muelas

La noche atravesada por un dolor de amanecer

El rumor del que se sabe dormido y espera el fulgor de ese amanecer como una mano de luz

como un ala de luz en el aleteo fugaz de los trenes nocturnos

como aves heridas por el perdigón de la noche y sus dardos de tiempo

La complicidad de quienes comparten la noche como el pan negro que alimenta al crepúsculo

como el pezón negro que habrá de amamantar al amanecer hasta el final de los tiempos

Es esta verdad de quienes contemplan a la ciudad envuelta de noche

Es tu plegaria del que mira la noche como a una joven actriz que no ha aprendido a maquillarse

Pero es tu obstinación de reír detrás de los espejos

tu obstinación de sembrar semillas que venzan los malos tiempos

tu obstinación de sembrar sueños que atraviesen la noche

para acabar de germinar algún día cuando las semillas hayan vencido los malos tiempos

Porque todo es claro en la revelación del deseo

en las declaraciones que rinde el sol al juez del poniente

en el discurso que dictará el amanecer al aleteo fugaz de los trenes nocturnos

Mejor, entonces, que el poder comience su colección de fantasmas y su invocación de vacíos

Que inaugure su insomne vocación de epitafios

cuando ningún espejo sea eterno, cuando ningún llanto sea eterno

cuando la obstinación de reír se acabe detrás de los espejos

cuando la obstinación de llorar eche raíces detrás de los espejos

Es la complicidad de los que observan la noche tendiendo sus redes

para cazar a los que se alimentan de poder y devoran retórica

más allá de todos los trenes nocturnos

más allá de la oración del grillo y tu jardín de navajas

Ahí donde la noche al fin calle su nombre para no revelar el secreto de los que mueren dormidos

Ahí donde el día se maquille de ocaso y espera

Ahí donde el tiempo desenvaine su espada y la noche al fin se haga herida

para lamentar el dolor de los que ríen a solas

para lamentar la soledad de los que encuentran bufones detrás de los espejos

Ahí donde la herida acompaña el aleteo fugaz de los trenes nocturnos

Ahí donde florece tu nombre en la noche

como los huesos de tus antepasados

como un girasol que ignora estar herido por el tiempo

Así has venido hasta este matorral de preguntas entrelazadas

a volcar de nuevo el camaleón y la risa

lo que hay de vida en los trenes nocturnos

lo que hay de muerte en los trenes nocturnos

Has venido a saciar la sed de los hombres culpables

Has venido a hallarte las alas

porque sabes que la noche prefiere siempre a los hombres alados

Porque sabes que no hay camino para el hombre que busca sus pasos

para el hombre que encuentra espinas y matorrales de preguntas entrelazadas

para el hombre que sin buscar encuentra el resto del ave

para que puedan crecerle de nuevo las alas

Así has venido hasta este matorral de preguntas entrelazadas

a este mito nocturno, a este vuelo nocturno

A este mito de ciudad que busca el sueño del oprimido

el sueño del loco y el fantasma que se lava las manos detrás del espejo

Hoy también eres la gota y la espina de sangre

para encontrar todo lo que te precede en la noche

en que las luciérnagas brillan como el nombre luminoso de los muertos

Tú también conoces el dolor y el aullido de la memoria

Tú también has bebido el agua de esta historia

Has llorado en la pila de este bautismo

en esta noche que se aposenta en tu corazón igual que un perro abandonado

Porque es la furia o el dolor de saber que hay algo más aquí que esta madeja de sueños

este matorral de preguntas entrelazadas

este aleteo fugaz de trenes nocturnos

Porque también has probado el sabor salobre de la caricia y el retrato

Porque también conoces la mordida del sueño

y la cicatriz de luz que deja en el corazón la palabra dulce de los muertos

Tú, como ellos, conoces el matorral de la duda

y con todos los niños que atraviesan el espejo

masticas el dolor de todos los hombres culpables

En este día en que los vivos roen la eternidad y sus huesos

En este día en que la sangre ha encontrado su ración de lágrimas y libertad detrás del espejo

para llegar a cenar a tiempo y celebrar su antiguo nacimiento

Una libertad como cualquier otra pero con el fulgor fugaz de los trenes nocturnos

para entorpecer el delirio y su antigua tarea

Y ahora aceptas tu vocación de ala porque has hallado el resto del ave

Ahora que estás ensordecido por tu propio silencio

porque hoy también hay muchos patios que atravesar con dolor de muelas

porque hoy también hay noches que atravesar con dolor de amanecer

cuando en la distancia se escuchen los trenes nocturnos

y un par de alas sobrevolando el vacío

1 comentario:

ROSS dijo...

Estimado Javier Villaseñor.

Mi nombre es Santos Javier Veláquez. Le comento que estoy escribiendo una tesis doctoral sobre el poeta José Emilio Pacheco y me intersa sobre manera leer la tesis sobre este autor que usted defendiò en la Universidad de Sevilla. No he podido conseguirla en ningún repositorio en lìnea por lo que me atrevo a solicitarle personalmente acceso a este documento. Le dejo mi direcciòn electrònica: javier_velazquezh@hotmail.com